21.12.09

Exclusive Conversation



En los salones y en la corte del XVII francés, las reglas de conducta social se refinaban y se adaptaban a las demandas de la política de la corte. Los cortesanos ambiciosos, ansiosos de explotar las crecientes oportunidades para miembros de la nobleza de capa y de las clases comerciales en la corte de Luís XIV, aprenderán a emplear las reglas de cortesía al re modelar sus seres sociales. Nadie que quisiera engrandecer su estatus social podría obviar el potencial de la etiqueta como arma política. Que la politesse pudiera ser usada como instrumento de poder se demostraba diariamente en la crecientemente codificada interacción de la corte, y en los elaborados rituales de deferencia que rodearan a al figura del rey. Paradójicamente, al tiempo que se flexibilizaban los signos tradicionales de estatus social, las normas de comportamiento de la sociedad educada (polite society) se hacían cada vez más jerárquicos .

Habrá una suerte de prurito social por aprender las normas de sociabilidad. Así pues, y durante todo el siglo XVII, siglo de la construcción de la figura de Luis XIV y de la vida versaillesca, se publicarán infinidad de códigos de conducta. Las máximas de Rochefaucauld se encargarán de remarcar los difícil que es, pese a esta reglamentación, llegar a ser un hombre de cualidad, un Honnêtte Homme.

Una cosa será encontrarse en buena compañía, y otra muy diferente saber que habrías de hacer una vez que hubieses llegado allá. Los manuales de conducta ofrecerán a un número creciente de lectores unas reglas, métodos y técnicas, para hacer de la interacción social un acto agradable y duradero. El libro de cortesía comenzó a desarrollarse en la Italia del Renacimiento, donde el arte de la urbanidad era considerado como una rama de la teoría retórica Los trabajos de Castiglione, Guaso y Della Casa reflejaran una nueva movilidad social característica de los siglos XV y XVI en Italia. El esfuerzo personal se estaba convirtiendo en un medio viable para mejorar el estatus social. El nacimiento noble, escribirá Castiglione, le daba al cortesano una gran ventaja, pero será esta una cuestión de felicitar a sus ancestros más que a uno mismo Para ser un perfecto cortesano serán otras las cualidades “adquiribles” más importantes para alcanzar tal perfección.

Las estrategias para adquirir las trazas de una persona cultivada se establecerán por exclusión y por inclusión. La literatura renacentista de la cortesía creó una definición estratégicamente vaga e imprecisa, para definir al perfecto “self” social, aseverando que el perfecto cortesano deberá, obligatoriamente, tener ese “certain something”, ese “cierto algo”, un "yo no sé qué", que tan sólo podría ser adquirido por un público de élite cualificado para reconocer esta virtud tan elusiva. La facilidad y la naturalidad, que llamaban “Sprezzatura” era el test de prueba del cortesano, un test que sabía había pasado cuando recibía la aprobación del grupo que estaba imitando. Era esencial que las técnicas del cortesano fuesen imposibles de definir exactamente, por que solo permaneciendo meticulosamente evasivas sobre los requerimientos de admisión a un estatus superior se establecerá la exclusividad del grupo.

Los escritores de los manuales de conducta del siglo XVII establecerán una relación directa entre el comportamiento en la corte y la ambición personal. Las transformaciones culturales causadas por una movilidad social sin precedentes giró la atención hacia las técnicas de generación de una imagen personal. El cuestionamiento del sistema de estatus tradicional hizo que aquellos más ambiciosos se preocuparan más del sistema simbólico de la interacción social. En Francia la competición por el estatus se hará más severa que en Inglaterra ya que ser miembro de la corte, y aprender sus entresijos, equivaldrá a tener prestigio y poder. El valor de una persona se determinaría por la opinión pública y el juicio colectivo, los miembros de la sociedad querrán configurar su mismo estatus moral en los rituales cotidianos de interacción. Los observadores más cínicos, como la Bruyère, verán en el proceso constante de evaluación personal un sistema motivado tan solo por un interés personal.

El arte de la conversación se hará, tanto en la corte de Urbino como en la de Luis XIV la destreza superior a todas las demás. La conversación se considerará la expresión más “natural del hombre superior”. La corte francesa elevará aun más la trascendencia de esta destreza y establecerá el valor de cada persona dependiendo de su maestría en el manejo de la palabra, la agudeza en la respuesta y la rapidez en el reflejo. La idea francesa de la honnêteté dará un énfasis casi dramático en la manera en la que el honnête homme interactuaba en la conversación y en la escritura de cartas. En la teorización del comportamiento de la honnête vemos una remodelación de la definición renacentista de la sociabilidad elaborada como respuesta a una nueva presión social.

La modificación más importante de las nociones renacentistas de cortesía en Francia será la extensión de las mismas a unos nuevos espacios, esos a los que ahora venimos en llamar “salones”, y lo que en el XVII se denominaba alcôve o ruelle. El salón surgirá a comienzos del siglo XVII como un espacio exclusivo que alimentará la cultura de élite. Al finalizar el siglo XVI la dedicación de la nobleza francesa se focalizaba en las armas, dedicación que se verá poco apropiada, al acabar la necesidad, para una clase de elite. Los tratados en torno los fundamentos morales y filosóficos de la nobleza se interesarán en el modelo italiano apuntalada por el aprendizaje y la cultura personal. (From Valor to Pedigree).

Cuando la Marquesa de Rambouillet rediseñó su residencia parisina en la primera década del siglo XVII, dará proporciones arquitectónicas al nuevo concepto de “exclusividad”. A diferencia de los salones de sus predecesoras, como el de Margarita de Valois, su chambre bleue se concibió como un lugar separado de la corte del Louvre y del resto de las residencias reales. Se levantará, es más, cierta "aversión" a los rituales de la corte, a los ceremoniales orquestados por Luis XIV, la marquesa se acercaba asiduamente a la corte para entretenerse en la observación y establecer una clara diferencia entre su idea de “divertissement” y la del rey sol:

Elle disait qu´elle n´y trouvait rien de plaisant, que de voir comme on se pressait pour entrer, et que quelquefois il lui est arrivé de se mettre en una chambre pour se divertir du méchant ordre qu´il y a pour ces choses-là en France. Ce n´est pas qu´elle n´aimât le divertissement, mais c´était en particulier

Aunque casi todos los asiduos de los salones frecuentaban también la corte encontraban un espacio más relajado para llevar a termino el ideal de la perfecta sociabilidad en los primeros. “Le monde”, la definición del diecisiete de la sociedad de élite, sugiere una noción de restrictiva exclusividad que al mismo tiempo abarcaba todo y encerraba todo (de la más mínima importancia) dentro de sus fronteras. Además para muchos escritores desde estos confines de la alcoba se veía mejor el mundo exterior. La cultura de los salones se propondrá reescribir los criterios para la inclusión o la exclusión, crear un “grand monde purifiè” tal y como Chapelain llamará al círculo de Rambouillet. La literatura de conducta, más prolífica sobretodo en los reinados de Luis XIII y Luis XIV hará un esfuerzo por sintetizar los modos en los que los miembros de la sociedad interactuarán.

EXCLUSIVE CONVERSATION

THE ART OF INTERACTION IN SEVENTEENTH-CENTURY FRANCE

ELIZABETH C. GOLDSMITH




No hay comentarios:

Publicar un comentario