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13.11.09

No estoy hecha para el suicidio


Su voz es potente e incontrolada, y sus movimientos son torpes y majestuosos, como los de un pájaro apresado que intenta escapar y no para de golpearse en las paredes de su jaula, pero que, pese a todo, vuelve a intentarlo
Djuna Barnes
[1]

Acabo de descubrir que no estoy, y porque no estoy, hacha para el suicidio – a no ser que fuera llevado a término alegremente – victoriosamente – con esplendor
Baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven[2]

En 1921, una vez perdido el sonado juicio por obscenidad tras la publicación del Ulises de Joyce en la Little Review, la revista comenzará a evitar la controversia y dejará, poco a poco, de contar con la escatológica y sexual baronesa. Pronto se irá quedando sin apoyos y sin amigos ya que la comunidad artística andaba haciendo las maletas y marchándose a Europa. En el 23 “Else Kassandra”, como la llamará tiempo después Ezra Pound, estará preparada para regresar al viejo continente, un regreso que será el principio de un final y absoluto desbordamiento: “Estoy asquerosamente cansada – cansada de vivir de la escritura –o del arte- solo solo solo!/ Me odio –escupo sobre mi misma- Me miro en el espejo y veo los restos descuidados desanimados de un mujer vieja ¡ / y –la locura de todo esto es que no es verdad!/ Pero –sí es verdad- en América[3].
Dejó a sus perros al cuidado del Dr. Rowling, envió copias de su trabajo publicado a quien fuera su marido August Endell, empaquetó todos sus manuscritos y sus obras en tres baúles y una inmensa caja y los guardó en un almacén por 12 dólares y durante su último mes newyorkino vivirá en el Fort Washington Park, sin casa, sin techo y sin posesiones, como un “mujer libre”. El 18 de abril de 1923 partirá para Bremen llegando a un país, el suyo, devastado por la primera guerra mundial y con el mayor déficit de toda su historia. Una vez allí la voluble dama escribirá: “Me he convertido en Americana … Dejadme regresar –contigo- a tiempo a donde ahora – Yo pertenezco! Y a ningún otro lugar que América
![4].
En el pasaporte conservado en Maryland, de 19 e Octubre de 1923, la Baronesa realiza lo que podríamos considerar una sutil pieza de arte conceptual, quizá a plena conciencia, quizá no. Firmará el documento como “Else-Freifrau von Freytag-Loringhoven”, pegará la foto en el lugar que corresponde al hombre y firmará a lo largo de las dos líneas de puntos, las que, en verdad, pertenecen a ellos, arriba, y a ellas, abajo. Su nombre no es el de baronesa sino el de “Freifrau”, literalmente “mujer libre”, título este equiparable al de baronesa pero que da cierto juego lingüístico al ennoblecerse mientras ratifica su independencia. Por otra parte el hecho de que pegase su foto en el lado izquierdo corrobora la visión de si misma como un ser móvil y con un género variable. Nada se ha especulado en torno a este documento,
que, podría ser el logotipo de su misma vida[5].
No esperaba, esta mujer libre, una tan nefasta recepción a su regreso a su tierra. Descubrirá que su padre la había
desheredado, que su familia política, los von Freytag-Loringhoven, nada querrán saber de ella, ni bajo amenaza de chantaje, que su pensión por viudedad no llegará por errores en el papeleo y que su único apoyo, Endell, estaba a punto de morir. Tampoco conseguirá conectar con la ferviente vida intelectual berlinesa, ni con la vena del Dadá, ni con Der Sturm, ni con la Bauhaus. Su concepto nietzcheano del artista como un aristócrata espiritual no encajará con lo politizado del arte alemán, además el horror y la devastación que invadían las calles de la fría ciudad alemana nada tendrán que ver con los anuncios de neón, los grandes almacenes y los brillantes tranvías que había dejado en Nueva York. Tampoco sabrá sacar partido de la infinidad de oportunidad para publicar, concentrándose en el chantaje sistemático de antiguos amigos y conocidos para conseguir dinero, su verdadera necesidad y única obsesión. Durante tres años permanecerá atrapada en Alemania, durante tres años escribirá compulsivamente retratando su desesperado estado a todos sus conocidos, Pauline Turkel, Eleanor Fitzgerald, Rose McDougal, Berenice Abbott, Sarah Freedman y a su amiga Djuna Barnes:

“Peleo tan valiente como soy y como siempre fui, pero incluso los valientes caen en la guerra. Ni tan siquiera estoy trastornada , sino fragmentada –enmudecida por el miedo, recogiendo los pedazos de carne de mi corazón con su implacable ritmo, día y noche, minuto a minuto, debo sucumbir pronto. Hay algunos que necesitan estar desgastados para crear, yo debo estar limpia . . .
Estoy condenada. Tiemblo en todos mis miembros, dentro y fuera. Estoy enferma, muy enferma –muy-muy- lo siento – como lo siento! No hay casi nada que pueda superar mi tortura – porque soy testigo consciente de mi propio desmembramiento – no puedo escapar mi condición – a no ser al final – en la muerte. Estoy a la deriva- Dios es tan lento conmigo”[1]

Y Pese a haber perdido su “riqueza rococó”, pese a encontrase en un lamentable y desgastado estado manteniéndose a duras penas por al venta de periódicos en las calles berlinesas, seguirá siendo fiel a si misma. Intentará, con su marca personal, seducir a los oficiales del consulado francés en Berlín con el objetivo de lograr un visado para irse a París donde toda la vanguardia que pobló durante los años de la gran guerra el Greenwich Village ocupaba ahora los barrios bohemios de la capital francesa. Ella misma narra la experiencia:

“Me fui al consulado con una inmensa tarta cubierta de azúcar sobre mi cabeza con 50 velas encendidas – me sentía tan arrogante y opulenta-¡ En mis orejas llevaba bolsitas de azúcar o cajas de cerillas – no recuerdo bien. También me había puesto muchos sellos sobre mis pómulos pintados de verde esmeralda y mis pestañas estaban realizadas con púas doradas de puercoespín, que crujían coquetamente, al cónsul, llevaba varias ristras de higos secos oscilando en torno a mi cuello para darle una chupadita de vez en cuando, para intimar. Me hubiera encantado llevar unas brillantes botas de goma hasta mis caderas con una falda de bailarina de papel de oro auténtico y con una lazada blanca (para hacer juego con la tarta) pero no lo conseguí. Creo que la inconsistencia en mi traje final es la culpable de no haber agradado a los oficiales”[2]

Finalmente en abril de 1926, llegará a París y a pesar de sus rachas de exuberancia, llegará, como ella misma afirmaba: desgastada, envejecida, degradada y absolutamente exhausta. Pese a todo, y dado su optimismo, aun pensaba triunfar. El que fuera el subeditor del transatlantic review, Ernest Hemingway editará su poesía, cosa que querrá impedir el más conservador Ford Madox Ford, principal editor de la revista. Recibirá, como siempre, la incondicional ayuda de Djuna Barnes y convencerá a la mecenas Peggy Guggenheim de concederle una beca para su proyecto de estudio de modelos, un proyecto que querrá vender como una aventura vanguardista en toda regla. Sin embargo, el día 15 de diciembre de 1927 Jan Sliwinski, conocido galerista y amigo personal de Elsa, encontrará el cadáver de la Baronesa junto al de su perro Pinky, sin una simple nota y sin nada de esplendor ni drama, como ella había afirmado le hubiera gustado suicidarse. Había muerto asfixiada por el gas de su cocina, que quedó misteriosamente abierto, durante toda la noche, en la habitación de un siniestro hotel, el M. Hatté´s Grand Hotel en la 22 rue Barrault en el sudeste de París, cerca de la Plaza de Verlaine, en una zona que desplegaba, tal y como Alfred Perlés dirá en 1931, una belleza cancerosa. Una escenografía perfecta para su siniestro final que, como dirá Barnes, ni siquiera tuvo la decencia de la malicia. La pregunta que lanzase al aire William Carlos Williams el 21 de enero del 28, se suicidó la Baronesa o simplemente murió, sigue allí, en el aire.
En la primavera de ese 1927 había escrito a Biddle fantaseando sobre su funeral: “En mi funeral podéis ahorrar –no estoy interesada en los trastos- a no ser que pudiera ser embalsamada como una bella concha de una excepcional reina – y no te importo lo suficiente para hacer eso- así que mejor véndeme a una universidad de medicina y envía a Djuna Barnes a por las ganancias –lo podría necesitar en ese momento”[3].
En sucesivas cartas insistirá en su indiferencia hacia este acto final y como mucho, pedirá que la lleven a un embarcadero por las piernas y que lancen su cuerpo al mar con los peces. En enero de 1928 tuvo lugar el funeral, unas dos semanas después de su muerte, en la zona más económica del cementerio Père Lachaise[4]. Ese día Djuna Barnes, Thelma Wood y otras mujeres quisieron asistir a su funeral pero, como no encontraban el lugar, se fueron a un bar y se emborracharon.

"LIFE = 1 DAMN THING AFTER ANOTHER "


[1] BARNES, Djuna, de su texto marcado como “Prefacio” fechado el 7 de diciembre de 1924, probablemente para el prefacio de la autobiografía que quisiera editarle a Elsa, a la que ya no referimos. Elsa von Freytag-Loringhoven Collections, Universidad de Maryland. Serie 1, caja 1.

[2] EvFL, “selección de cartas de la baronesa Elsa von Freyatg-Loringhoven”, transition 11 (febrero 1928), 27

[3] EvFL carta a la Little Review, “Jean Heap, understand one thing”, LRC, 29.

[4] EvFL, a Djuna Barnes, en torno a Septiembre de 1924, “I will be saved”

[5] No había reparado en los guiños de este documento que la biógrafa solo lee como muestra de la degradación física y Psicológica de la Baronesa. Agradezco a Rüdibert Jung haberme hecho reparar en unos detalles para los que un cerebro alemán está mucho más entrenado.
[1] Elsa von Freytag-Loringhoven, “Selections from the Letters of Elsa Baroness von Freytag-Loringhoven” transition, XI (1928), 24, 27, 30.

[2] EvFL, carta a Djuna Barnes, 1924-1925: “Djuna-by a mere accident” (extractos de una carta se publicaron en Baronesa Elsa, BE, 214-217). Quizá, argumenta Gammel, las 50 velas, nobradas así en número, se refieran también a su 50 cumpleaños.

[3] EvFL a George Biddle, primavera de 1927

[4] Irene Gammel sugiere que la “paupérrima tumba” que se le asignará podría justificar su no inclusión en listado alguno. Su nombre no aparece en el registro del cementerio, ni en ese ni en ningún otro de los catorce que hay en Paris.



11.11.09

Obsession: Baroness Elsa von Freytag-Loringhoven


Leila Brillson 04/03/2009
Shortly before I graduated high school, my friend Marisa Wallin put on a play about an obscure but influential figure of the Dadaist movement of the 1920s, the avant-garde performer Baroness Elsa von Freytag-Loringhoven. She titled it "YES WE HAVE NO BANANAS" after one of many remarkable poems the Baroness wrote, chronicling the German-born model and artist through several marriages, an intense lesbian affair, and Elsa's continual struggle with being too absurd to be accepted.

In real life the Baroness married a Baron, trekked through Europe and the United States, and died mysteriously next to her beloved lapdog from a gas leak in Paris in 1927. A self-proclaimed anarchist, she found what she wore, from shower curtain rings as bracelets to postage stamps as beauty marks. She was a living Dada artwork. Her willingness to be ugly and absurd is much of the charm. Here was a lithe, sexually liberated woman, taking flapper-esque fashion and distorting it, wearing tin-can bras or carrying her tiny mangy dog like an accessory to poke fun at upper crust notions of breeding.

Although not the most frequently noted Elsa of avant-garde fashion—designer Elsa Schiaparelli, collaborator of both Dali and Giacometti, is endlessly cited as an inspiration by everyone from Dolce and Gabbana to Lanvin—the obscure but influential Baroness Elsa von Freytag-Loringhoven is certainly a worthy peer. Freytag-Loringhoven was to Dadaism what Schiaperelli was to surrealism: a muse, a feminine counterpart, a creator of unwearable fashions and striker of inimitable poses. She fascinated Man Ray and provoked Duchamp: Some say her scatological humor was an inspiration for Duchamp's Fountain.

Maybe it's because the New York Times cast Brittany Murphy as the Dada artist in a 2002 shoot flush with Dolce and Gabbana that the Baroness has been continually over-looked. Both spring and fall drew inspiration from pre-Depression era looks, with Prada's flapper slips or Louis Vuitton's bohemian feather-dresses. There was a touch of hysteria, and an awareness of how absurd this decadence seems amidst a worldwide recession. Maison Martin Margiela tackled the same problem with a spring couture collection made entirely of refuse - do we hear shower curtin rustling?

For fall in Milan, Agatha Ruiz de la Prada took Elsa's signature birdcage as a design cue. But as I scanned images of Viktor and Rolf's futuristic spring collection, Marisa stopped me on a particularly graphic, deco-flavored look to remark that V&R had taken a page directly out of the Baroness' book. Ripe for Hollywood (bio pic, anyone?), the Baroness feels more relevant than ever. Designers might well invoke her for a chance for reinvention—or even the sublime.Para ver todas las fotos de todos los diseñadores a los que nombra pinchar enlace.... Prometo traducción esta misma tarde...

1.11.09

An official Invitation, great!



10/23/09

Dear Yoya Duran,

This is an official invitation to lecture at Mills College (situated in Oakland, California) on December 1, 2009 on the Baroness Elsa Von Freytag Loringhoven.

Through your recent research and dissertation--and I hope so much the dissertation will soon appear in a book form as it will be an invaluable contribution to the field of performance history and to reassessments of the role of women in the Dada movement--you are clearly now a leading expert on the Baroness with your radical examination of her as a female "dandy."

My colleagues and I, together with students, are so much looking forward to your presentation.


Sincerely


Moira Roth
Trefethen Professor of Art History, Mills College, Oakland, California

And that is my inttroduction to such presentation:

BARONESS ELSA VON FREYTAG-LORINGHOVEN

The aristocrat as artist or

how to be a dandy and a woman

and survive



The object of the canonical art history is an explanatory instrument of sustaining the modern nations and the citizen subject. But the Cartesian subject is no longer viable. Theresa Hak Kyung Cha shown this fact with her autobiographical Dictee, edited in 1982, a pastiche of visual images, historical fragments, personal meditation, and even handwritten drafts. Dictee is an example of postmodernist writing, multicultural literature, feminist autobiography, or, as is most likely, some combination of these categories. Since the excerpt from Dictee focuses on history we should ask ourselves to engage in a critique of the forms of historical narrative. First, what are the expectations we bring to a work labelled as "history"? What information do we expect? How do we expect that information to be presented? Are we looking for answers? A definite sense of closure and finality?

Ezra Pound called the baroness Elsa Kassandra, the one who knows true things but since the High Art Institution placed a curse on her, no one would ever believed her predictions and she was convicted to oblivion: The immense cowardice of advertised literati & Elsa Kassandra, "the Baroness" von Freitag etc. sd/ several true things in the old days / driven nuts, Well, of course, there was a certain strain on the gal in them days in Manhattan the principle of non-acquiescence laid a burden. Ezra Pound

If the art of living is a continuous task to conform our life and us, Elsa was the master of this sense of life as art, and art as life. She freely chose her own rules to guide her own life; he reclaimed the right to be just herself. She was a consummate dandy, the real object of her artistic expression. She made her personal version of a kind of Dionysian vitality, she aestheticized her life as the Greeks used to do, but like Kassandra she heard the future but every one thought she was “driven nuts”. As Kassandra she is epic and she is tragic; as Theresa she tells her story in a fragmented version of herself where she can be as many characters as she wants to be. She is a permanent performer of herself and was so consistent with her life goals that at the end she just died, not as she would have liked to die, “gaily-victoriously-with flourish”. She just appeared death with her dog at her side in a strange hotel room in some quarter of France in 1927.

This is the story of one who should have occupied a position in the art history tale as high as that of Marcel Duchamp, her contemporary and her obsession… as we know she is not so recognized by the academy, but we will rescue her from oblivion.

(more later)

24.10.09

Elsa Kassandra


The immense cowardice of advertised litterati
& Elsa Kassandra, "the Baroness"
von Freitag etc. sd/ several true things
in the old days /
driven nuts,
Well, of course, there was a certain strain
on the gal in them days in Manhattan
the principle of non-acquiescence
laid a burden.

Ezra Pound



The Little Review, 13 (1929)
Letter to Margaret Anderson and jean heap, from Berlin, posthumous
My heart is abode of terror and a snake——they stare at each other, always, even when asleep I carry it around, I harbour it like embryo in womb——it grows. Is it the spiritual cancer that I am to die of ? My mother perished from physical disease. She waited too long. Am I to wait too long ? Suicide is more decent ! I am not afraid of death. Ah not ! It is my home——sweet——as I always said——since long——since I have become wise. Yet I am scared——like snake victim. I feel it not belonging to me——not my way——but where is my way ! See, maybe I will get acquainted with it, gradually it will stroke me, as nice and familiar, even petting me and it will be my door to home. I am buried alive——I fear bed for spectre shape enters with me——there it has leisure to torture, tweak, pommel me, weaken my heart, pounding on it, pounding, pounding, pounding, until I sleep in faint. In morning it is stiff, heavy in me——even for suicide one has to arrange, to go up, to lie down forewer (sic.

You will love, even over my possible destruction, as over this letter——which would be sin if it were not written in holy purpose——irrepressible anguishcry——as Christ's in Gethsemane (I understand that now !) But I never, never thought I were Christ. I hate Christ——that is I did hate him——that is I was suspicious, perhaps because he is my fate. I hate myself as Christ ! So did he ! Can one tremble, writhe in Gethsemane ? I am shadow-heavy. Yet I love the earth still. . . . . .Consider me a fish that is left on bonedry beach by crazy time's tide. Put me into the sea again. I will swim again. . .to bring my mother's noble, precious, highly painful bought blood to houour. I can be Raskolnikow from absolute angle, for I am optimist by nature, not melancholic pessamist as he is.

I have just discovered that I am not, and why I am not made for suicide——unless it could be done gaily——victoriously——with flourish, I think that is death in battle, or tournament——self-destruction by God——but to act God is weakness and will be punished and can never be strong——gay. He punishes his weakness in members weak, he is terrible. ——I am dead already. Death cannot commit suicide. I am safe. . .

I need, for a few quiet hours——human sympathy——talk——love——in my terrible plight——because it is terrific. No joy, no light, not the satisfaction of the pride of my faculties——my art that carries me. I am beset by great multitudes of small worries——I almost despise myself for the trouble I make and the trouble that troubles me. But what shall I do ? I am stunned nearly to exhaustion. Forgive me, but I am mourning destruction of high quality——as I know myself to be——to do my art——to live humanly decent——but it is not in your power, I know. I am poor and deserted——if I had not to stand the experience of my person——my country is slowly wearing me to rags——body and spirit. . . .many ants can kill the strongest, proudest life it it is fettered to ant heap——as I am to life in Germany——to life——to terrible poverty and its obligations——one may perish on a formality——winter approaching——rain, hail——cold,——I on the streets——freezing——to boot, in such weather people do not buy. I wish you would give me some time for comfort——once ! Stroke my hands——and give me "cheer up." Talk with me, listen to me. I am human, and I am not newspaper seller ! I have no more time——must go to sell——I should like to laugh with you——to be gay, I can be that ! It is my nature——that sounds ghastly now. . .that is the tragedy——I still feel deep in me glittering wealth. . .

15.10.09

grandilocuencia duchampiana a martillazos

jorge mendes, Twin Mussel Pots, money bags piss pots

God podría, o no, estar indignadísimo con una tal Pierre Pinonchelli, un tipo que ahora rondará los respetables ochenta años, un tipo que contando aun setenta y siete tomo un martillo y machacó, o intentó machacar, el famosísimo urinario de Marcel Duchamp, su Fuente. Esto sucedió en el Pompidou, en el 2006. Pierre, un performer convencido, se andaba repitiendo a sí mismo, o haciendo, una vez más, una performance ya hecha. Esto es una muy peliaguda cuestión pues no sé porqué se habla de repetición y no de re-interpretación, al estilo Abramovich. En 1993 él mismo se orinó en la misma pieza, o en una de las copias legales (esto no está muy claro), y luego la dañó, imaginamos que también con un martillo, la coherencia artística es la coherencia artística, ya se sabe.

La Fuente es, y ha sido catalogada como, "la obra de arte más influyente del siglo XX". En 1993 más de 500 profesionales, concluyeron tal sentencia, cerrada sentencia, por otra parte. God no tengo muy claro como se andará tomando todo el asunto, pero lo que sí tengo claro es que Elsa von Freytag-Loringhoven, quien, no sólo hizo God sino que también hizo, o pensó, que es lo importante, la famosisíma Fuente, debe llevar ya varios años satisfecha con este sutil triunfo que le ha proporcionado su colega Pierre. Que Pinonchelli no lograse destrozar la pieza, como hubiera sido necesario, seguro que la exasperó, la muchacha es así, funciona a base de calambres. Sin embargo, y de un modo sútil y elegante, la gran reina dadá ha vencido, la justicia póstuma es la justicia póstuma.

El bueno de Duchamp dejo instrucciones bien precisas para la exhibición pública de su "casual obra maestra", él que jamás pensaba en arte ni en estos banales y pragmáticos asuntos. Su gran pieza, que hasta a él le sorpredió cuando la recibió como una escultura de manos de Elsa von Freytag-Loringhoven, podría ser expuesta como a cada uno God le diese a entender, para arriba, para abajo, de lado, en el suelo o en un pedestal. Pero, y aquí se declaró irreductible, como Girondo, jamás de los jamases, con vitrina. Y va a ser que curadores unidos, comisarios reunidos, críticos coaligados y demás mandatarios de esto que se llama la alta cultura, han tenido a bien exponerla de ahora en adelante con una vitrina. Ja!, God seguro que anda viendo a Duchamp saliendo de su coolness característica para poner el grito en el cielo, al borde del más vulgar ataque de histeria, él a quien nada de esto le importa, dicen... y la Baronesa, que acostumbraba a gritar constantemente, estará, por una vez y para siempre balanceando su magestuoso paso con esa elegancia que sólo tienen los aristócratas de verdad. Lo dicho, la justicia póstuma es la justicia póstuma.


(La versión de los gemelos urinarios con mejillones a lo Broodthaers tienen su miga, ¿qué no?)