26.12.10

Citas descolocadas para curar la melancolía

... es frecuente encontrar en ciertos filósofos un gesto sobresaliente, característico de su escritura: una conducta de pensamiento, una manera de moverse, de portar y mostrar sus ademanes reflexivos, una forma particular de presentarse que tiene resonancias en ciertas artes y oficios. Para dar algunos ejemplos, se me ocurre que Kant podría ser un filósofo-arquitecto, Hegel un juez de la Suprema Corte de Justicia, Deleuze un alquimista y orfebre, Spinoza un bordador, Nietzsche un agricultor (y a la vez un mago), Heidegger un guardabosques, Rosenzweig un antropólogo forense, Bachelard un poeta, Heráclito un bailarín, Parménides un fotógrafo (o editor de cine), Sócrates un maestro disidente, Platón un dramaturgo, Aristóteles un estadista, Diógenes de Sínope un performancero (y padre de la resistencia creativa), Arendt una inmigrante ilegal, Levinas un maestro talmúdico, Buber un inspirador del mayo francés, Derrida un inventor y Foucault un zahorí. Prefiero no pensar en los policías, soldados o mercenarios, o en los funcionarios de la filosofía en general. Dentro de esta (como todas, arbitraria) clasificación, Benjamin aparecería como un filósofo-coleccionista.
Silvana Rabinovich: Walter Benjamin: el coleccionismo como gesto filosófico

(...) Benjamin repetía las verdades marxistas –«la burguesía... está condenada a perecer debido a las contradicciones internas que la aquejan y que se volverán mortales según se vayan desarrollando»– sin haber leído a Marx. «Burgués» siguió siendo su insulto para un estado de ánimo ­materialista, carente de curiosidad, egoísta, orgulloso, y sobre todo, ridículamente satisfecho de sí mismo­ al que era visceralmente hostil. Proclamarse comunista era un acto de elección de bando, moral e históricamente, contra la burguesía y contra sus propios orígenes burgueses. «Hay algo... que nunca se puede reparar: el no haber escapado de los padres de uno», escribe en Dirección única (...)
Coetzee: Las maravillas de Bejamin

(...) La práctica del artista, su comportamiento como productor, determina la relación que mantiene con su obra. Dicho de otra manera, lo que el artista produce en primer lugar son relaciones entre las personas y el mundo
Estética Relacional (p. 51)

El totalitarismo busca sistemáticamente instaurar una forma de inmovilismo temporal, uniformar o colectivizar el tiempo vivido, fantasma de eternidad que apunta, en primer lugar, a estandarizar y controlar comportamientos. Foucault insistía en que el arte de vivir se oponía a "todas las formas ya presentes o amenazadoras de fascismo"

En relación ala discusión del concepto de arte expandido, una posición de "outsider" es imposible, y mucho más cuando se refiere a expresiones artísticas tipo "escultura social" o formas de arte en las que el artista es un instigador de la relación del arte y su entorno. Es imposible participar y permanecer fuera al mismo tiempo.
Jorgen Svenson: Four Projects (p. 53), con relación ala obra F.ART

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