7.11.11

las derivas de un papelito


estaba en un papelito pequeño y sucio
contenía una cita que había olvidado en su perfección pero que repetía por aquí y por allá de pura memoria. se trata de una de esas citas que quedan para siempre contigo y desaparecen para siempre en su materialidad. no encuentras el papelito, no sabes donde la leíste y tampoco donde recobrarla, pero la mantienes presente, como un pequeño tesoro que conforma tu vida. el otro día, el domingo, clausuré por fin mi casa de murcia, esa casa en la que pase tantas horas de soledad, en la que fui extrema en la felicidad y extrema en la desesperación. curiosamente al vaciar la casa completamente apareció el papelito, un texto que debí escribir, copiar vamos, en el año 2000 si no antes. pudiera ser que viajara de Madrid a Valencia y luego a a Alicante y luego a Denia quizá a Florencia y tal vez a san francisco, a todos los lugares donde he vivido entre el 99 y el 2009.... en fin, sus derivas no las se, pero su reaparición si la celebré.

acabo de colgar un post en mi web, http://gloriagduran.com/, que aun es un mero proyecto pero que será en breves el contenedor de mis derivas, aunque espero que sean derivas más asentadas y menos delirantes. mantendré este blog para mis delirios y la web para cierta seriedad que no se bien si es necesaria o no pero, digo yo, que para algo servirá. a lo que voy, ysé la cita para los previos de una conferencia que di este verano en el EACC y así lo colgué... pero, ete aquí, que en estos previos no cite a Octavio Paz como se merece, esto es, en su plena perfección textual, me limite a con mi parco lenguaje intentar acercarme lo más que pude a la idea que quedó en mi grabada para siempre. ahora me parece justo, hallado el papelito, re-escribir aquí la cita ne toda su lucidez que es mucha:

El arte es una de las formas más altas de existencia, a condición de que el creador escape a una doble trampa; la ilusión de la obra de arte y la tentación de la máscara del artista. Ambas la petrifican; la primera hace de una pasión una prisión y la segunda de una libertad una profesión.

Y las derivas que en mi cabeza han dado esta cita irán apareciendo al ritmo de mis delirios.
Al menos, eso espero.

6.11.11

Phyllis K. Robinson, that´s advertisement baby!!





Phyllis Robinson era una mujer, y era la creadora de gran parte de los eslóganes de DDB. Ella me ha hecho descubrir esta extraña cosa que se llama: "The Hall of Fame of Creativity", nada más y nada menos. En su Obituary del New York Times te lo decía:

ROBINSON--Phyllis K. The One Club and its board of directors mourn the loss of Phyllis K. Robinson (1921-2010) who passed away at home in Manhattan, December 31. Mrs. Robinson was elected to the Copywriters Hall of Fame in 1968, now named the Creative Hall of Fame. She was the first copy chief at the newly formed advertising agency, Doyle Dane Bernbach and her work with Bill Bernbach and Bob Gage changed the face of advertising. Phyllis was articulate, intelligent and charming. She chaired many dinners at the Creative Hall of Fame and lent both grace and prestige to the evenings. She played a major role in the documentary Art & Copy, a history of creative ideas in advertising. We extend our deepest sympathy to her daughter Nancy Thompson, her nieces, Margery Cantor, Ann Jacobson, Linda Robinson and nephew, Jeffrey Robinson, her many friends, including Linda Hacker and all those friends and colleagues who knew her and loved her. Mary Warlick Chief Executive Officer The One Club
http://www.oneclub.org/oc/hall-of-fame/
http://www.flickr.com/photos/34174316@N00/1713753530/sizes/m/in/set-72157602645503465/
http://www.ddb.com/ddblogs/creativity/thank-you-phyllis-robinson.html

DDB helped set the template for modern advertising creative teams, pairing writers with art directors to collaborate on projects, instead of producing copy first, art second. Robinson was the first woman to run a copy department, working with art directors like Bob Gage and Helmut Krone and nurturing talented young writers like Mary Wells. Former Esquire art director George Lois, who worked for Robinson in 1959 and 1960 (and appears with her in the 2009 ad documentaryArt and Copy), declares her “the first great modern advertising writer.”

Y al final muy americano todo: THAT´S ADVERTISEMENT BABY!!!

como el amor, o eso dice BB


Thomas Frank le dedica a DDB
un capítulo, el segundo, de su conquita de lo cool, se llama, "La publicidad como crítica cultural: Bill Bernbach versus la sociedad de masas". La figura más destacada del mundo de la publicidad de los años 60, Bill Bernbach será el espíritu que guiará la agencia estrella de la publicidad de los años 60, la Doyle Dane Bernbach (DDB). Con DDB el mundo de la publicidad dejará de ser ese lugar estructurado que daba consejos al responsable padre de familia de inmenso coche y eterno traje de chaqueta de franela gris. DDB arrancó con la campaña de Volkswagen en una América poco dada a los coches europeos, y mucho menos a los coches alemanes, y menos aun a los coches del pueblo.
Bill Bernbach alteró la imagen de los anuncios, rígidos y formuláticos, que estructuraron el mundo del consumo desde Madison Avenue durante la década de los años 50. Sin duda el y su empresa serán, "los líderes de la revolución creativa de los años 60", como dijo Larry Dobrow.
Bernbach será el primero en dejar entrar, abrazar en una traducción de andar por casa, la crítica a la sociedad de consumo de masas, el primero en dirigirse a los miedos de todos los posibles clientes a llevar una vida conformista, manipulada, una vida de fraude, sin potencia alguna, en suma, una vida como la que llevamos casi todos. Inventó lo que muchos llaman el anti-anuncio (como el anti arte dadaísta en versión comercial y algo más mesurado): un estilo que se aprovechará del recelo de cualquier consumidor frente al mismo consumismo en aras de un mayor consumo. Esto es, aprovechar la tendencia cultural más destacada de los años 60, el odio a la conformidad, la norma, la grisalla cotidiana y el consumo feliz, para conseguir que la gente, paradójicamente, consuma mucho más, eso si, una nueva gama de productos de "ahora". La "generación ahora" (que aun anda aquí) arrancando en los despachos de iluminados creativos imprevisibles y dedicados a conciencia a la práctica de lo "no convencional", como sus pares los dandys decimonónicos.

La agencia DDB se fundó en el nada revolucionario 1949 con un principio claro, las reglas, que los gerifaltes de Madison Avenue se afanaban en formular, solo valían para una cosa, saltárselas a la torera y a conciencia. Bill estaba convencido que el único objetivo de la publicidad era hacer anuncios convincentes y que no había fórmula en el entero mundo que pudiera sustituir la creatividad de un individuo. Así pues erigió lo que sería su imperio a contracorriente de las tendencias cincuentonas. Mientras sus colegas y competidores Norman Mailer y Theodore Roszak asumían que el negocio se basaba en una serie de rígidas normativas, modelos estandarizados y sistemas de orden previsto, Bernbach arrancaba la antinorma como norma que triunfaría en la década posterior, los años sesenta. Esto es, la regla era la antinomia, la paradoja, o tal vez la irresoluble contradicción.

Bill Bernbach será el enemigo de la tecnócratas mucho antes de que la contracultura comenzara tan siquiera a vociferar su protesta contra todo conformismo y contra el Hombre Organizado. En 1947, escribirá una nota a los dueños de la agencia Grey, agencia en la que entonces trabajaba; "Me temo que pronto adoraremos la técnica y olvidaremos la sustancia ... ", el problema más importante será para Bill el dominio de las reglas y de la ciencia, la prioridad de la estadística y de las rutinas, los métodos establecidos, y la era de la "certitud".

Un ideólogo del desorden, un incansable propagandista de los valores del arte contemporáneo, o moderno (según se mire) en el fascinante mundo de los negocios y la optimización de los beneficios. Repetirá su mantra en multiples y variadas formas: la publicidad es un arte; el arte jamás podrá ser producido por una serie de rígidas fórmulas ni por sistema científico alguno. Hay un libro de sus memorables dichos ( a la Wilde):

Las reglas son o que el artista rompe; lo memorable jamás saldrá de una fórmula.
La imitación puede ser un suicidio comercial.
La investigación lleva inevitablemente al conformismo.
Para la gente creativa las reglas pueden ser una prisión.
Adoradores de los hechos, los hechos nunca son suficientes, la intuición es crítica para le descubrimiento.
Los verdaderos gigantes siempre han sido poetas, hombres que salen de los datos para vivir en la imaginación y las ideas.
La lógica y el sobreanálisis puede llegar a matar y esterilizar cualquier idea.

En suma, termina:
Es como el amor, cuanto más lo analizas antes desaparece.


.......

(vaya y yo que veía los reportajes de los civil rights movements, las manis contra el vietnam, el movimiento feminista y todos los movimientos sociales como algo característico de una década irrepetible... no gana una para disgustos)

La conquista de lo cool, thomas frank

Mientras la contracultura permacece siendo el símbolo del fermento cultural de la década de los años 60 del pasado siglo XX más evocada y más recordada y citada y nombrada, la revolución que desestabilizó (o más bien hizo mutar) los negocios de Estados Unidos durante aquellos años del boom han sido poco o nada estudiados. En este libro Thomas Frank muestra como los más jóvenes revolucionarios se unieron -o en ocasiones se vieron anticipados- por unos paradójicos aliados de la industria publicitaria y el negocio del negocio de ropa masculina.

rugged guys average guys



Ya pasaron los años sesenta y arrancando los 70 una supuesta nueva liberación y el estilo de la revolución sesentera se transforman en los verdaderos estándares del conformismo y tal vez de una afeminada conformidad. Los tipos resistentes, los tipos fuertes, toscos y decididos son los tipos medios.

The conquest of the cool, thomas frank

21.4.11

Panama All Brown


Pero Cravan no sería el único boxeador dandyficado a quien la fatalidad le evitará aparecer en sellos o en monumentos o en esas cosas públicas que preservan la memoria de aquellos que, por alguna causa a veces no muy clara, parecen merecer permanecer en el imaginario colectivo. El otro, Alfonso Teofilo Brown, más conocido por Panama Al Brown será rescatado por otro fan del dandysmo, Eduardo Arroyo[1], y de algún modo también lo salvará, en cierta medida, su amante mucho más reconocido Jean Cocteau.

Jean Cocteau conoció a Panama Al Brown en 1935, el esplendor de ambos ya había, por entonces, pasado. A Jean el estricto Bretón le llamará “reina frívola” por ese afán suyo en practicar todas las artes sin profundizar ni quedarse en ninguna. El boxeador, por entonces ex boxeador y ex campeón mundial de los pesos pasados, se andaba dedicando a ese mismo picoteo artístico. Bailaba, cantaba, armaba saraos, era animador y nómada. Se conocieron, se enamoraron y se hicieron amantes, para escándalo de la sociedad francesa que ya avanzados los años treinta parecía hastiada de las excentricidades de los felices años veinte.

El escándalo inflamará la fama de intelectual excéntrico que ya tuviera Cocteau pero fulminará la carrera de Panama. Eduardo Arroyo cuenta en su libro que la pregunta general del público, también general sería: “¿Hay derecho a ser campeón del mundo a los treinta y cinco años, estar champanizado, tener indicios de sífilis, ser opiómano, jugador, músico y encima negro?”. Será en el espinoso ámbito de los “derechos”, curiosamente, el que la conservadora sociedad de finales de los treinta se posicionará para atacar a un deportista. Quizá ahí radique la gran diferencia entre un poeta y un boxeador. Al cabo el poeta escribe, usa las palabras, experimenta y no ha de medirse, así cuerpo a cuerpo, con nadie. El poeta puede ser lo que le venga en gana, peligroso, lo que se dice peligroso, nunca será, como mucho sus excentricidades hablaran de la permisividad de una tierra o de su díscola creatividad. Pero si uno es boxeador y además negro, la cosa es bien diversa. Uno debe ganar pues sino gana esas mismas permisividades no serán tales, serán más bien “no derechos”. Si uno no gana lo antes glamuroso se tornará devastador, pernicioso e inadmisible.

Panamá llevaba ya mucho tiempo en París, había llegado en 1926. Se enrolará en el grupo de Josephine Baker y su Revue Negre y disfrutará del esplendor intelectual de la ciudad de la luz y de la pasión de toda la vanguardia por todo lo afro. La revista Les Arts à Paris, dirigida por Paul Guillaume, convertido tras la muerte de Apollinaire en el mayor defensor de l´art nègre de París, publicará durante toda la década de los años veinte artículos en torno a la cultura negra contemporánea, sobretodo en torno al Renacimiento de Harlem. Alain Locke, Claude McKay y Langston Hughes comenzaran a publicar en la revista y a frecuentar los cafés de París.

Para muchos intelectuales la cultura afro podía liderar una crítica a la cultura occidental en su conjunto. Para el mismo Paul Guillaume la cultura occidental se andaba hundiendo y había que salvarla, y el arte negro podría contribuir a sobrellevar esta suerte de anemia congénita: “El espíritu del hombre moderno –y de la mujer moderna- necesitan ser alimentados por la civilización de los negros”[2]. Precisamente en ese mismo 1926 en el que Panama llagaba a París escribirá Guillaume: “El movimiento moderno toma su inspiración del arte africano, y no podría ser de otro modo … desde el impresionismo, todas las principales manifestaciones artísticas son africanas en esencia …”[3]. Para Guillaume la única vía de salvación para la cultura blanca así como para lo que le llamaba la cultura negra sería responsabilidad de la vanguardia, tal y como diría Guillaume, de, “nosotros, modernos caballeros errantes”[4].

Estos selectos “caballeros errantes” durante el 1919, no los serían ya tanto en 1926, por ejemplo Picasso y el mismo Guillaume, otros lo serían toda la vida. Curiosamente uno de los personajes que liderarán lo que habría de llamarse la rappel à l´ordre, cierta llamada al orden, será el contradictorio Jean Cocteau y su círculo[5]. Sin duda el periodo de posguerra será uno de ambivalencia tanto estilística, como ideológica, como espiritual. L´art negre se moverá entre la grandilocuencia colonialista de los sectores más conservadores y la herramienta perfecta para la más radical vanguardia en su objetivo básico de epatar al burgués, shockear y knockear cualquier sensibilidad de clase media. Los círculos sociales parisinos también recogerían esta ambivalencia. La moda de Jaques Doucet, Paul Poiret y Jeanne Lavin se volcaría en la alta costura y los circuitos más pudientes, esos de vida opulenta, imperialismo orgulloso, golf, carreras, caza, villas para el otoño, fiestas y saraos de comportamiento comedido. Sólo se rozarían con la vanguardia en el mecenazgo de ciertas muestras y en la producción de ciertas piezas teatrales. También en sus esporádicas visitas a los clubs nocturnos de Montparnassse y Montmartre, “esos barrios marginales y exóticos” en los que los jóvenes pudientes pueden experimentar la excitación, temporal, de lo peligroso con horario.

Cocteau será miembro de la Academia francesa en 1955, y de la Academia Real de Bélgica. Fue también miembro de la Legión de Honor, miembro de la Academia Mallarmé, de la Academia Alemana de Berlín, de la Academia Americana, de la Academia Estadounidense Mark Twain, Presidente Honorario del Festival de Cine de Cannes, Presidente Honorario de la Asociación Fracesa-Húngara y Presidente de la Asociación de la Academia de Jazz y la Academia del Disco. En su honrada ambivalencia Cocteau se salvará de la hoguera, será un ser paradójico y mutante, un perfecto dandy aceptado por el mainstream. Morirá de un ataque al corazón a los 74 años de edad en su chateau de Milly-la-Forêt.

Pero Panama quien, aun queriéndolo, no se podía permitir el lujo de ser ambivalente, sucumbirá al olvido y la pobreza para acabar la génesis del mito de si. La fatalidad habría de acompañarlo para acabar en un gimnasio de Harlem cobrando un dólar por cada combate que aguantara como sparring. Morirá poco después, tuberculoso y sin un solo penique a su nombre. Cuarenta y un años más tarde su nombre se incluiría en el hall de la fama del boxeo. Y Arroyo, ya vimos, escribirá su biografía, “Panama All Brown, 1902-1951”, la vida de una artista de la vida moderna quien, de vez en vez, daba algún derechazo.


[1] ARROYO, Eduardo: Panama Al Brown, 1902-1951/Panama to Brown. Alianza tres, 2007. (en amazon por 323.51 dolares.)

[2] GUILLAUME, Paul: “Une ésthétique nouvelle: l´art nègre” Les Arts à Paris, no. 4, 1919, p. 14

[3] GUILLAUME, Paul: “The Disovery and appreciation of primitive negro sculpture”, Les Arts à Paris, no. 12, May 1926

[4] GUILLAUME, Paul:“Les Arts à paris”, no. 4, 1919

[5] COCTEAU, Jean: “Rappel à l´ordre”. Paris, 1926.